martes, 12 de junio de 2012

Herido pero no vencido




Nunca me hubiera podido imaginar a lo que me iba a enfrentar cuando llegué a las ocho menos cinco al hospital.
Después de pasar la noche del martes totalmente relajado, ingresé en el hospital muy tranquilo, me dieron habitación, me cambié y en menos de 10 minutos ya me estaban bajando al quirófano. Faltaban unos minutos para las nueve cuando entré.
En ningún momento me puse excesivamente nervioso, cuando me monitorizaron las pulsaciones las tenía por debajo de 60.
Hasta ahí todo bien, me pusieron tres catéteres por la ingle, como me dolía mucho me tuvieron que poner mas anestesia local. A partir de ahí empezó el estudio electrofisiológico.
Me comentaron que me podían sedar un poco y sufriría menos, pero prefería estar consciente e ir comentando las sensaciones que tenía por intentar ayudar más en la localización del problema.
Durante el estudio me producían taquicardias sin parar, era muy desagradable. Aun así lo soportaba relativamente bien.
Más o menos a la hora y media detectaron el tipo de taquicardia que era.
En ese momento el cardiólogo me dijo que me podía operar por medio de un catéter por la arteria femoral, le dije que por mi perfecto, que estaba dispuesto a aguantar lo que hiciera falta.
A los ya tres catéteres se añadía uno más, de todas maneras en ese momento el sufrimiento lo controlaba totalmente.
Empezaron a pasar  los segundos, los minutos, las horas, y yo podía ver por la pantalla que no conseguía encontrar la terminación que debía cortar.
Empecé a sufrir por llevar tanto tiempo tumbado en la mesa del quirófano, pero sobre todo por mi mujer y mis padres que estaban fuera sin saber nada.
Sabía que llevaba muchas horas dentro, pero con tanto sufrimiento no me podía hacer una idea del tiempo, por lo que le pregunté a una enfermera en que hora estábamos,
-son ya las cuatro- me dijo.
Al saber que llevaba siete horas, empecé a rendirme, no me quedaban fuerzas para seguir, aun así, no perdía la esperanza de que pronto acabara todo aquello, y lo recordaría como una pesadilla.
Los minutos iban pasando y el cardiólogo empezó a decir que ya no podía más, que íbamos a parar y que tendría que volver a entrar al quirófano.
Yo le comenté que como podía ser eso, si me había quemado tres veces en el corazón, yo creía que cuando me quemaba lo estaba arreglando (duele mucho cada vez que te queman), no me contestó.
Sobre las cinco menos cuarto y con prácticamente ocho horas en el quirófano, me dice:
-Mira yo he hecho lo que he podido, pero no soy capaz de llegar donde tienes la terminación nerviosa que hay que quitar-.
Ese momento fue muy doloroso, me vine abajo, mientras yo me retorcía de dolor tanto físico como mental, el me comentaba: -Ni tengo los años de experiencia, ni el personal para poder solucionar tu problema, te voy a remitir al hospital Clínico que allí son especialistas en el corazón y yo, con ayuda de mis profesores seguro que te lo solucionamos-.
No podía creer lo que estaba oyendo. El médico salió a hablar con mi familia, mientras tanto yo con los ojos llenos de lágrimas seguía tirao en la mesa del quirófano, mi cabeza no sentía rabia ni decepción, tenia la sensación de haber sido torturado (aun la tengo). Como es lógico mi padre le dijo al medico – ¿Si no tenias la suficiente experiencia, por que no lo has enviado a otro hospital o paraste a la hora, en vez de haberlo tenido ocho horas ahí dentro?-. Increíblemente el medico en cuestión le dijo - Si quería un buen cardiólogo, tendría que haber ido a Boston que allí estaba el mejor del mundo-.
Es increíble que tuviera los cojones de contestar eso a mi familia después de estar ocho horas en la sala de espera.
Después de todo el desastre a las cinco de la tarde me subían a la habitación.
Durante toda la noche no pude dormir, mucho más por el daño emocional que por el físico, aunque el dolor en la ingle era brutal.
En la habitación estuve inmovilizado veinticuatro horas, fue horrible, no me dejaban ni incorporarme.
En definitiva, una puta mierda, después de estar casi ocho horas sufriendo, no me ha arreglado nada, o lo que es peor, me ha quemado en tres partes del corazón que no son donde había que quemar. La ingle después de estar hurgando ocho horas la tengo a trozos, supongo que tendré un montón de fibras musculares dañadas, a parte de un gran hematoma.
Realmente no lo entiendo, si no lo podía hacer con dos horas ya estaba bien, tenia que haber parado antes, me lo hubiera explicado y no hubiera pasado nada.
Pero ocho horas es inhumano, pero lo peor, tengo que volver a entrar al quirófano, y de momento no se cuando.
El fin de semana lo he pasado en casa descansando, el problema es que me dan mareos por la baja de tensión arterial, supongo que será como consecuencia de la operación.

Soy una persona que ante las adversidades no me suelo venir abajo, ni nunca me siento víctima, tampoco me gusta dejarme querer por la tristeza. Pero son momentos difíciles,  trato de no dejarme llevar por la rabia y la frustración, de todas maneras y a pesar de todo, estoy herido pero no vencido.