Nunca me hubiera podido imaginar a lo que me iba a enfrentar
cuando llegué a las ocho menos cinco al hospital.
Después de pasar la noche del martes totalmente relajado,
ingresé en el hospital muy tranquilo, me dieron habitación, me cambié y en
menos de 10 minutos ya me estaban bajando al quirófano. Faltaban unos minutos
para las nueve cuando entré.
En ningún momento me puse excesivamente nervioso, cuando me
monitorizaron las pulsaciones las tenía por debajo de 60.
Hasta ahí todo bien, me pusieron tres catéteres por la
ingle, como me dolía mucho me tuvieron que poner mas anestesia local. A partir
de ahí empezó el estudio electrofisiológico.
Me comentaron que me podían sedar un poco y sufriría menos,
pero prefería estar consciente e ir comentando las sensaciones que tenía por
intentar ayudar más en la localización del problema.
Durante el estudio me producían taquicardias sin parar, era
muy desagradable. Aun así lo soportaba relativamente bien.
Más o menos a la hora y media detectaron el tipo de
taquicardia que era.
En ese momento el cardiólogo me dijo que me podía operar por
medio de un catéter por la arteria femoral, le dije que por mi perfecto, que
estaba dispuesto a aguantar lo que hiciera falta.
A los ya tres catéteres se añadía uno más, de todas maneras
en ese momento el sufrimiento lo controlaba totalmente.
Empezaron a pasar los
segundos, los minutos, las horas, y yo podía ver por la pantalla que no
conseguía encontrar la terminación que debía cortar.
Empecé a sufrir por llevar tanto tiempo tumbado en la mesa
del quirófano, pero sobre todo por mi mujer y mis padres que estaban fuera sin
saber nada.
Sabía que llevaba muchas horas dentro, pero con tanto
sufrimiento no me podía hacer una idea del tiempo, por lo que le pregunté a una
enfermera en que hora estábamos,
-son ya las cuatro- me dijo.
Al saber que llevaba siete horas, empecé a rendirme, no me
quedaban fuerzas para seguir, aun así, no perdía la esperanza de que pronto acabara
todo aquello, y lo recordaría como una pesadilla.
Los minutos iban pasando y el cardiólogo empezó a decir que
ya no podía más, que íbamos a parar y que tendría que volver a entrar al
quirófano.
Yo le comenté que como podía ser eso, si me había quemado
tres veces en el corazón, yo creía que cuando me quemaba lo estaba arreglando (duele
mucho cada vez que te queman), no me contestó.
Sobre las cinco menos cuarto y con prácticamente ocho horas
en el quirófano, me dice:
-Mira yo he hecho lo que he podido, pero no soy capaz de
llegar donde tienes la terminación nerviosa que hay que quitar-.
Ese momento fue muy doloroso, me vine abajo, mientras yo me
retorcía de dolor tanto físico como mental, el me comentaba: -Ni tengo los años
de experiencia, ni el personal para poder solucionar tu problema, te voy a remitir
al hospital Clínico que allí son especialistas en el corazón y yo, con ayuda de
mis profesores seguro que te lo solucionamos-.
No podía creer lo que estaba oyendo. El médico salió a
hablar con mi familia, mientras tanto yo con los ojos llenos de lágrimas seguía
tirao en la mesa del quirófano, mi cabeza no sentía rabia ni decepción, tenia
la sensación de haber sido torturado (aun la tengo). Como es lógico mi padre le
dijo al medico – ¿Si no tenias la suficiente experiencia, por que no lo has
enviado a otro hospital o paraste a la hora, en vez de haberlo tenido ocho
horas ahí dentro?-. Increíblemente el medico en cuestión le dijo - Si quería un
buen cardiólogo, tendría que haber ido a Boston que allí estaba el mejor del
mundo-.
Es increíble que tuviera los cojones de contestar eso a mi
familia después de estar ocho horas en la sala de espera.
Después de todo el desastre a las cinco de la tarde me
subían a la habitación.
Durante toda la noche no pude dormir, mucho más por el daño
emocional que por el físico, aunque el dolor en la ingle era brutal.
En la habitación estuve inmovilizado veinticuatro horas, fue
horrible, no me dejaban ni incorporarme.
En definitiva, una puta mierda, después de estar casi ocho
horas sufriendo, no me ha arreglado nada, o lo que es peor, me ha quemado en
tres partes del corazón que no son donde había que quemar. La ingle después de
estar hurgando ocho horas la tengo a trozos, supongo que tendré un montón de
fibras musculares dañadas, a parte de un gran hematoma.
Realmente no lo entiendo, si no lo podía hacer con dos horas
ya estaba bien, tenia que haber parado antes, me lo hubiera explicado y no
hubiera pasado nada.
Pero ocho horas es inhumano, pero lo peor, tengo que volver
a entrar al quirófano, y de momento no se cuando.
El fin de semana lo he pasado en casa descansando, el
problema es que me dan mareos por la baja de tensión arterial, supongo que será
como consecuencia de la operación.
Soy una persona que ante las adversidades no me suelo venir
abajo, ni nunca me siento víctima, tampoco me gusta dejarme querer por la
tristeza. Pero son momentos difíciles,
trato de no dejarme llevar por la rabia y la frustración, de todas
maneras y a pesar de todo, estoy herido pero no vencido.