BLOG
Después de una larga inactividad en mi blog, hoy quiero
empezar una nueva etapa.
Recuerdo que en una de mis anteriores sequías de publicación
de artículos dije que no siempre había cosas que contar en un blog. Esta vez no
ha sido igual, desde mi último post en agosto hasta aquí sí ha habido muchas
cosas sobre las que escribir.
Por desgracia nuestro tiempo y energía no son ilimitados por
lo que he tenido que priorizar.
A principios de julio empecé a dirigir la preparación de un
numeroso grupo de atletas para el maratón de Valencia de manera muy concienzuda.
En el mes de agosto fui Blogger oficial de RTVE (Teledeporte) en los mundiales de atletismo
de Moscú. A esto hay que sumarle el tiempo para mi familia, mi horario laboral
de lunes a sábado y por supuesto a pesar del escaso tiempo libre del que
disponía, tuve que autoentrenarme, soportando el cansancio físico y mental que
conlleva la preparación de un maratón.
Como entenderéis no podía permitirme ningún tipo de fuga de
energía ni de concentración si no quería que la vida me pasara por encima,
aunque a veces tengo la sensación de que sí me ha pasado. Por ello debía de
postergar algunas cosas y entre ellas estaba el blog.
Durante este tiempo mi único medio de expresión ha sido a
través del Twitter, me encanta escribir y a pesar de que muchos opinan que
vivimos en la época post-blog, me gustaría volver a retomar mis artículos, por la simple razón de que me gusta escribir
en él.
Dicho esto espero que no hayan futuros paréntesis de tanta
duración en la publicación de post, por eso a partir de ahora quiero mantener
vivo el blog.
MARATÓN
Como os he dicho antes esta vez sí he tenido muchas cosas que contar, es una
pena que no pueda detenerme en detalles, se haría muy largo, por lo que voy a
hablar directamente de la carrera de maratón que corrí el 17 de noviembre.
Esta vez todo era diferente a mis anteriores 4 maratones, los
días anteriores a la carrera estaba muy tranquilo. Conforme se acercaba el día
17 me sorprendía lo relajado que me encontraba. En mis otros maratones me subía
por las paredes los días previos.
Este maratón era diferente a todos los demás, era mi
reaparición en los 42
kilómetros después de todo lo que me había ocurrido, con
lo que llevaba una carga emocional añadida.
La noche del 17 dormí perfectamente, a las 6 de la mañana
sonó el despertador, sin prisa y sin desayunar me desplacé hasta a la zona de la
carrera.
En mi cabeza como había dicho las semanas anteriores sólo
existía un objetivo: bajar de 2h:30 min.
En mi preparación no había hecho entrenamientos para
enmarcar, pero sí como para tener la confianza suficiente de que a 3:30-32 por
kilómetro podía correr 42k sin problemas.
Por lo que decidí arriesgar pero con la suficiente cautela
para poder lograr mi objetivo. Sin tener que asumir un riesgo demasiado
elevado, opté por no seguir a un grupo de corredores que iban a pasar la media
maratón en 1h13min.
Antes de salir tuve la suerte de poder hablar con José Luis
Arenas y Alberto Fernández, ellos llevaban la misma idea que yo, bajar de 2.30,
pero pasar la media a 1:14.
En los primeros kilómetros era muy tentador acelerar un par
de segundos e ir con el grupo de delante, pero hicimos lo correcto y nos
mantuvimos a nuestro ritmo.
Mis sensaciones eran buenas pero no corría del todo
tranquilo, me faltaba la confianza que tenía
antes, esa seguridad en mí mismo que me hacía tirar sin miedo en las
carreras.
Los primeros kilómetros íbamos José Luis, Alberto, un
ucraniano y yo.
Todo iba perfecto hasta que en el 15 empecé a notar un poco
de dolor de estómago.
Por un momento tuve miedo de quedarme desenganchado del grupo,
pero José Luis se percató del mal trago que estaba pasando, se puso delante y
me dijo que me relajara detrás de él. Así lo hice, me puse detrás de José Luis
y Alberto, y a los pocos metros ya estaba recuperado.
La carrera transcurría con normalidad, yo iba sumando
kilómetros a 3:32 y me encontraba perfecto.
Al paso por la media maratón todo iba bien, el tiempo era el
que quería 1:14:10, los kilómetros iban
cayendo y seguía encontrándome increíblemente bien. Pasado el kilómetro 27 me
dije:”Bueno, ahora sólo hay que llegar al final de la Avda. Burjassot, giramos
en el Bioparc y está todo hecho”.
Cuando pasé por el kilómetro 33, lo tenía claro, mi sueño de
bajar otra vez de 2:30 iba a volver hacerse realidad, estaba seguro, me
encontraba muy bien y con ganas de apretar más fuerte.
Tenía muy claro que no me iba a descolgar del grupo, pero en
ese momento, al hacer el giro hacia la
Avd del Cid, en el avituallamiento del 35, un dolor increíble
de flato me cogió en medio de la
espalda, era tan fuerte que me ahogaba, no podía respirar, no me entraba aire,
era como si me hubieran clavado un puñal en la espalda.
Me paré, nunca olvidaré la imagen del grupo yéndose, con
ellos se iba mi marca.
Las personas para tener un proceso de toma de decisiones recuperando
recuerdos, necesitamos un tiempo y un
esfuerzo, para poder recordar y decidir.
Es increíble y no deja de sorprenderme como en cuestión de
décimas de segundos en una carrera uno es capaz de llevar a cabo ese proceso.
Os digo esto porque en el momento en que me paré y les dejé
ir, me dije: ”Adiós, se acabó” , pero en unos segundos y aún con fuerte dolor
en la espalda pude volver a correr, poco a poco el dolor me fue dejando correr,
pero para entonces el grupo ya casi ni lo veía.
Fue entonces cuando empecé a recordar que una vez escuché a
un entrenador de maratón japonés, que decía que sus pupilos jamás tiran la
toalla aunque se descuelguen del grupo, ellos están entrenados para intentar
volver a conectar con el grupo. Entonces pensé: “Yo también puedo” Todos estos
procesos mentales son décimas de segundo.
Cambié de ritmo y al mirar el gps me di cuenta que estaba
parado, no hice ni caso, mi misión era tirar tan fuerte como pudiera. Al llegar
a la altura de la calle colón empecé a acercarme al grupo. Por lo que pude
calcular no me cabe ninguna duda que corría por debajo de 3:20, no iba a parar
hasta cogerles. Al llegar al edificio de la ópera, es decir a la bajada al río,
ya los tenía, pero otra vez el flato en la espalda me dejó sin poder moverme.
En ese momento sí que tiré la toalla, sin apenas poder respirar hice los últimos
800 metros,
totalmente abatido. Al encarar la meta y ver que marcaba 2:29:47, me dejé
llevar. Al final entré en 2:30:15.
Fueron unos segundos que no olvidaré nunca, no sentía rabia,
sentía tristeza, me había encontrado tan bien, era tan injusto... En fin, pasé
un mal rato pero después, a las 2 horas más o menos ya había pasado página, no
quise pensar en ello, sólo pensar en todo lo que el futuro me deparará.
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Uno de los momentos más decepcionantes que he
vivido |
UNA MIRADA AL FUTURO
Una vez pasadas unas horas y con la distancia
suficiente hice una reflexión desde el
análisis objetivo y no desde las emociones. Me sentí muy feliz, había corrido
el maratón muy fácil, al cruzar la meta no tenía la sensación de haber
finalizado un maratón, estaba perfecto y no me dolía nada ni tenía el cansancio
propio de los 42k.
La reflexión que me hice fue: “No has bajado de 2:30 por el
flato, sólo por eso, si no hubieras tenido flato, hubieras bajado de 2:30, con
facilidad y sin excesivo esfuerzo, todo lo contrario que en 2011”.
Es el maratón que mejor he acabado, al día siguiente no me dolía nada.
Hay que sumar que prácticamente era mi tercera competición
seria desde mi reaparición, durante la
preparación sólo había competido en siete aguas y el día de la media maratón,
las otras dos carreras las había aprovechado para entrenar.
Ahora mismo tengo la cabeza llena de sueños e ilusiones,
hace un año por estas fechas estaba corriendo a 6, en estos momentos tengo la
sensación que puedo correr mucho más rápido que antes. Está claro que hay que
vivir el presente, pero si no tenemos ilusiones por cumplir sueños, nos
convertimos en muertos vivientes que vivimos por inercia. Todo lo que os he
contado y más que os iré contado, me hace pensar una cosa, estoy seguro que mi
mejor maratón está por venir.